
Para las personas que somos de mar y estamos lejos del olor a sal en verano somos un oso polar en Almería o Messi con la camiseta del Real Madrid. Ponerte una camiseta sin haberte quitado antes el salitre. Así me siento: fuera de mi hábitat. Es mi primer verano lejos de los bocadillos de chicharrones y los quenocaigas con los chavales; de ir a recoger a Pau en moto, ir a nuestro sitio y pedir ‘lodesiempre’ en el SushiPanda, porque lo de innovar no va mucho conmigo; de ir a Sancti-Petri en pantalón corto y camiseta a ver un concierto y luego bañarme en la piscina a las tantas, zambullirme y notar como todo se para. Luego corro semidesnudo en busca de una toalla antes de que me acribillen los mosquitos. Hasta a ellos los echo de menos. A ese pedazo hijo de puta que no me dejaba dormir. Siempre con ese zumbido cerca de mi oído. Pongo la linterna del móvil y ha desaparecido. Apago y vuelve. Qué habilidad. Pero hasta a él echo de menos.
Ojalá tener ese poder: encender la luz y aparecer con Pau y con un Soleluna en la mano, obviamente de nutelón y yogur de mango, siempre el mismo porque lo de innovar… ya sabéis.
Ojalá tener ese poder: encender la luz y aparecer con Pau y con un Soleluna en la mano, obviamente de nutelón y yogur de mango, siempre el mismo porque lo de innovar… ya sabéis. Hay algo que me define bastante: siempre tuve en mente que cuando se me rompiesen mis Air Forces negras, me compraría las mismas. Porque sí, porque son las que me gustan y para qué cambiar. Al final, solo tuve un par.
Seguramente lo de la playa, en parte, sea una excusa. Creo que lo que echo de menos son a las personas que están en ella. Y no, no me refiero a esa familia que, con toda la playa para ella, le falta un centímetro para plantarte la sombrilla en el pecho. Pero ahora toca esto. Tal vez lo bonito, y jodido, de las cosas es no saber si realmente valdrán la pena, si lo que haces sirve para algo. Si supiéramos que no vamos a obtener de ellas lo que queremos, no aprenderíamos una mierda. Yo soy del equipo que piensa que todo sirve para algo y que de todo se puede aprender, aunque el resultado no sea el que pensabas conseguir: el camino te curte. Remar, remar y remar contra la incertidumbre y la soledad.
Lo siento por hablar de fútbol por los que la redonda no les aceptó en este maravilloso mundo, pero es algo parecido a Jagoba Arrasate y Osasuna. Ahora, un ídolo en Pamplona. Pero también tuvo su bache y la directiva le dio plena confianza. Me gusta pensar en esta historia de los rojillos y Jagoba para darme fuerzas, una historia donde nadie se cae del barco cuando hay tormenta y todos reman a una. Y míralos ahora. Mañana prometo salir a la calle como el que luce la camiseta de David García, que así el salitre incordia menos.